¿HOMBRE LOBO O MUJER LOBA?
Bajo el número 1788 se conserva en el Archivo del Reino de Galicia el sumario completo. Todavía hoy en día los viajeros que pasan por las Sierras de San Mamede o O Invernadeiro, se santiguan con horror. Su nombre hace aún estremecerse a los habitantes de Vilar do Barrio, Laza o Tamícelas, en pleno Camino Mozárabe a Santiago, un nombre ya maldito hasta la consumación de los siglos: Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Esgos y Rebordechau, que aterrorizó toda la montaña oriental gallega entre los años 1845 y 1852 dejando tras si un reguero de muerte, canibalismo y terror. Manuel Rua Figueiroa, uno de sus abogados defensores publicó en 1859 la “Reseña de la causa formada en el juzgado de primera instancia de Allariz contra Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo, por varios asesinatos”… ¿varios asesinatos?: mujeres, niños, pastores… fueron asesinados de noche en el monte y, según el propio Romasanta, devorados con fruición. La voz popular pronto hizo correr que además vendía la grasa de los cadáveres, “el unto”, por las ferias de Portugal y el sur de Galicia (Romasanta era, básicamente y entre otras cosas, buhonero) De ahí el nombre popular: “sacauntos”. Vendía, también por las ferias, la ropa de los asesinados. El 25 de agosto de 1852, ante el juez de primera instancia de Verín, hace su primera y aterradora confesión:
- “Por efecto dunha maldicion dalgún dos meus parentes…trouxen unha vida errante, cometendo diferentes asesinatos e alimentándome da carne das víctimas unhas veces só e outras con dos suxeitos que adoitaban acompañarme… don Genaro e un tan Antonio…
Siguen unos prolijos detalles de cómo llevaba a sus víctimas al monte. Para añadir:
- Eu e os meus compañeiros, don Genaro e o Antonio, no nos valíamos de arma ningunha, pois polo efecto de unha maldición covertíamos en lobos. Espíamonos (nos desnudábamos) primero, envorcallábamos no chan (nos revolcábamos en el suelo) e ao instante saíamos convertidos en lobos.”
El aterrado juez le pregunta como era posible esa conversión en lobo. Romasanta se explaya:
- “Cónstame desde o día en que na serra de Conso tropeceia con dous lobos e volvinme lobo tamén, e andei cos lobos catro o cinco xornadas, ao cabo das cales recobrei a figura humana. Así coñecín a don Genaro e a Antonio, quen segundo me dixeron, había tempo que padecían tales transformacións. Isto convenceume de que era vítima dunha maldición: isto e os vehementes desexos que tiña de asasinar dende facía seis meses”
Sobre estas bases el antropólogo Xosé Manuel Mariño Ferro realiza un profundo estudio, un completo documento sobre la cara oculta de la especie humana y un retrato completo de la sociedad rural gallega de su tiempo y sus creencias tradicionales que, como es el caso de Romasanta, derivaban en patologías que se hunden en lo más profundo del alma y las supersticiones célticas: la licantropía. El estudio documental de Ferro llega hasta el acta de bautismo de Romasanta en Santa Olaia de Esgos. Ahí no hay duda: se bautiza a “Manuela” Blanco Romasanta. ¿Hermafroditismo?, ¿patología que deriva en odio absoluto al mundo en alguien a quien sus convecinos calificaron siempre de afeminado – como se recoge en el sumario-¿
Sólo la intervención directa de Isabel II salvó a Romasanta del garrote, todo ello gracias a la curiosa intervención ante la reina , y desde Argelia, de un tal Mr. Philips (en realidad el médico francés Joseph Pierre Durand de Gros, uno de los descubridores del hipnotismo), que pedía a la reina la conmutación de la pena de muerte por estar seguro de que Romasanta padecía la “monomanía” ya conocida en Europa como licantropía”
Apasiona el libro de Ferro, por riguroso y esclarecedor. Ahí van los datos:
Xosé Ramón Mariño Ferro: “Manuel/a Branco Romasanta, O Lobishome Asasino” Edición NIGRATEA, ISBN 978-84-95364-49-4
(Nota a los peregrinos del Camino Mozárabe) Estimado colega y probo viajero: como puedes ver por el sumario de Romasanta, aún andan suelto don Genaro y el bárbaro del Antonio. Por tanto, nada de contar margaritas y dedicarse al power-flower por A Serra Seca, Vilar do Barrio, Tamícelas, Alberguería… más bien no salgas con luna y lleva balas de plata y ristra de ajos. Yo, cuando subo a esos parajes, llevo además un escapulario con San Antonio, que es muy mirado para estos casos. Que el que avisa… ciao y buen Camino…