SANTIAGO Y PADRÓN: UNA INJUSTICIA HISTÓRICA
PROLONGACIÓN JACOBEA A PADRÓN
José Antonio de la Riera, oct, 2003
INTRODUCCIÓN
Padrón, epicentro de las tradiciones jacobeas, ha sido durante siglos transitada por peregrinos de todos las naciones. La enorme atracción de las viejas leyendas de la Translatio o traslación de los restos del Apóstol desde Jaffa (Palestina) hasta Padrón, la propia predicación del Apóstol en Santiaguiño do Monte o la poderosa influencia del obispado de Iria, de donde salió Teodomiro a la llamada de unas luces junto al monte Libredón, en la futura Compostela, conforman un “corpus” que no ha pasado inadvertido a los peregrinos a lo largo de la historia: “quen vai a Santiago e non vai a Padrón o fai romería o non”. Predicación, “Inventio” y “Traslatio” tienen protagonismo absoluto en la comarca padronesa.
Así, durante siglos, como demuestra una documentación exhaustiva, Padrón fue lugar de encuentro de los peregrinos que subían por el viejo Camino Portugués y de los que, una vez recorridos los Caminos de Europa, no querían dejar Compostela sin bajar hacía Padrón para seguir con devoción los rastros apostólicos,
Sería algo de absoluta justicia histórica recuperar esa tradición perdida hace años, considerando además el gran bien que representaría para Galicia el que los peregrinos puedan permanecer unos días más junto a nosotros, profundizando en nuestras tradiciones jacobeas beneficiando, a la par, a una comarca que puede ofrecer una magnífica visión de Galicia a los peregrinos de todo el mundo. La experiencia de la puesta en valor de otra prolongación jacobea histórica, el itinerario de peregrinos a Fisterra y Muxía (protagonistas ambas de un episodio de la Traslatio –Duio, Fisterra- y la predicación del Apóstol –Muxía- , y hoy transitada por miles y miles de peregrinos de todos los países), debe servir de base para la recuperación, delimitación oficial y puesta en valor del indudable itinerario histórico entre Santiago de Compostela y Padrón.
La confluencia, en pleno corazón de Galicia, de varios itinerarios históricos o recientemente puestos en valor: Camiño Portugués a Santiago, Ruta do Mar de Arousa o Ruta Rosaliana conformarían, junto al reconocimiento y delimitación oficial de esta prolongación histórica a Padrón, un conjunto que aglutinaría a gentes de todo el mundo en torno al eje central, tantas veces injustamente olvidado, del mundo jacobeo. Ese itinerario, y su centro natural, Padrón, reúne con creces, y de una forma abrumadora, todas las condiciones que se deben exigir para la declaración de un itinerario como Itinerario de Peregrinos, siguiendo el reconocido criterio del presidente del Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago, profesor Paolo Caucci Von Saucken:
1) La continuidad del itinerario a través de los siglos 2) El reflejo de esa itinerario (trazado) en la cartografía histórica y en los repertorios de caminos 3) Una literatura odepórica (relatos de viajeros y peregrinos), suficiente y continuada a través de las diferentes épocas de peregrinación 4) La existencia de una red hospitalaria y de atención específica hacia los peregrinos durante distintas épocas 5) Iconografía, monumentos y arte, también específicos y estrechamente vinculados al Camino de Santiago, su historia y las peregrinaciones 6) Leyendas, tradiciones, consejas, romances, advocaciones y devociones vinculadas al Apóstol y la peregrinación.
Cuando se cumplen todas estas condiciones a la vez, tanto en el espacio como en el tiempo, estamos ante un Camino de Santiago o Itinerario de Peregrinos. Si algún itinerario las cumple con creces, y en nuestra opinión, incomparablemente más que ningún otro (tanto de los ya reconocidos como de los que actualmente se están delimitando para incorporarlos a ese grupo), es la Prolongación Jacobea a Padrón, cuestión que demostraremos, de forma forzosamente sucinta y no extensiva, en este trabajo. Prolongación que debe ser, sin demora y con toda justicia, incorporada a los Caminos oficiales de Peregrinación, delimitada, protegida legalmente, considerada en lo que se merece y puesta en valor como un bien único de la Comunidad Autónoma de Galicia. Y de justicia también en memoria y reconocimiento a todos los peregrinos que la transitaron a través de los siglos
SANTIAGO- PADRÓN. ITER PEREGRINORUM I: ITINERARIO HISTÓRICO, SU CONTINUIDAD A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
Un condicionante determinante en la plasmación de la red viaria en un territorio han sido la orografía y los cursos fluviales, el gran corredor en el que se integra el valle del Sar, es decir, la gran Depresión Meridiana, el eje N/S Carballo-Tui, viene a definir y aclarar lo que ha sido el paso de la red viaria entre Compostela y Padrón. .Esa constante hidráulica produjo, a lo largo de los siglos, continuas variantes en caminos y senderos pero, a su vez, la gran fosa de la Depresión Meridiana permitió siempre un paso franco por el interior entre la Galicia norte y sur. Por esta gran fosa, en el eje Compostela-Padrón, se trazaron en toda época los grandes caminos de Galicia: las vías romanas, los caminos medievales, los caminos reales, los caminos “anchos y rectos” dieciochescos… fue itinerario de cohortes y legados, paso franco en la gran algarada de Almanzor, protagonista absoluto las razias vikingas, en las idas y venidas de peregrinos jacobeos, eje también de las marchas y contramarchas de las huestes napoleónicas, testigo silencioso del vagar de Rosalía, y, en toda época, el gran camino de Galicia, comerciantes, buhoneros, frailes, obispos, guerreros y príncipes, todos marcharon sobre él. Un itinerario que fue siempre el hilo de un rosario plagado de cuentas generosas: O Milladoiro, Rúa de Francos, Castro Lupario, O Faramello, Santa María de Cruces, Esclavitude, Iria, Padrón…
Sin entrar en un análisis pormenorizado de las vías romanas, y sobre todo de la Vía XIX del Itinerario de Antonino, es preciso incidir en que las vías romanas fueron creadas como infraestructura logística para control del territorio (paso rápido de legionarios, tropas auxiliares y pertrechos), utilizándose más tarde para su organización política, administrativa y económica, principalmente para la mejor utilización de las explotaciones auríferas, en lo que se refiere al norte de la península ibérica.. En lo que respecta al paso de las calzadas coincidentes con el eje Tui-Compostela, es decir, el trazado de lo que comúnmente denominamos Camino Portugués a Santiago, estas han dejado rastros menores (tanto por la densidad poblacional como por las consiguientes transformaciones experimentadas por el territorio) que en otras zonas como el noreste portugués o en la provincia de Ourense (paso obligado de la vía número XVIII del Itinerario de Antonino)
La más importante fuente viaria que nos llega de la antigüedad clásica, en lo que se refiere a Galicia, es el famoso Itinerario de Antonino (“Itinerarium provinciarum Antonini Augusti”), fechado en tiempos del emperador Caracalla (192-217) y refundido a finales del siglo III recogiendo 34 vías hispánicas. Frente a la idea de un manual de tipo oficial, militar o producto de un geógrafo, parece más bien una compilación literaria privada y extraída de planos anteriores, para guía y uso de viajeros. Menos información nos hacen llegar las controvertidas tablas de barro de Astorga, muy especialmente la segunda de ellas: en ella figura una vía secundaria Lucus-Iria por Asseconia. Otro tanto se puede decir del Anónimo de Ravena, compilación de un monje copista de los siglos IV-V o, por último, de la Tabla Peutengeriana, conocida además como Mapamundi de Castorirus, que no aporta novedad en lo que se refiere a Galicia.
El Itinerario de Antonino señala tres vías de primer orden que atravesaban lo que hoy conocemos por Galicia, todas ellas estructuradas para comunicar las capitales de los conventos bracarense (con capital en Bracara Augusta) y asturicense (Asturica Augusta), pasando dos de ellas también por la capital del convento lucense (Lucus Augusti) Estas eran las calzada número XVIII (Bracara- Asturica, a través de la actual provincia de Ourense), conocida como “Vía Nova”, numero XIX (Bracara, Lucus Augusti, Asturica, a través de las actuales provincias de Pontevedra, Coruña y Lugo) y la número XX, la misteriosa y sujeta a todo tipo de especulaciones “Per Loca Marítima”.
La Vía XIX, erigida en época de Augusto (11-12 d.C), es la que se considera que coincidía con buena parte del trazado del actual Camino Portugués. Partiendo desde Tui, el prerromano Tyde ya citado por Plinio, las mansiones entre Tui y Compostela serían las siguientes, según la mayoría de los estudiosos: Tyde (Tui), Burbida (¿Borben, Barbudo, Saxamonde?), Turoqua (¿Touron, Pontevedra?), Aquis Celenis (¿Caldas de Reís, Cuntis?), Iria y por último Asseconia (¿Asorei, Sabugueiro, Castrofeito, Compostela?) El profesor Moralejo, de forma muy crítica, ha descartado cualquier ubicación en la Vía XIX que se aleje de la Depresión Meridiana. Y cree lo más acertado, por la distancia, en situar Asseconia en las cercanías de Compostela, inmediatamente después de Iria (Juan J. Moralejo, “Toponimia de las Vías Romanas en Galicia” en Acta Palaeohispánica X.Palaeohispánica 9 –2009- pp.189-202) El Anónimo de Rávena, por su parte, también cita “Assegonion, Iria y Aquis Celenis”.
Las mansiones viarias citadas serían una especie de casas de postas, con posadas y situadas, cuando era posible, en lugares con fuentes termales. La distancia entre ellas nunca podría ser mayor de veinte kilómetros. A veces, estas coincidían con poblaciones y asentamientos de mayor envergadura. Tanto sus funciones y distancias, y salvando otros condicionantes, son bastante parecidas a la infraestructura logística y de apoyo de los hospitales medievales.
Ante la confusión en las mansiones citadas por el Itinerario para las vías XIX y XX, los últimos estudios, persuadidos del más que evidente absurdo de dos vías cercanas y paralelas, o de cabotaje por una costa agreste, creen lógico que la “Per Loca Marítima” comenzara propiamente en Caldas de Reís (Aquis Celenis) siguiendo desde aquí por el territorio de Barbanza, Xallas y Bergantiños hasta Brigantium. Y frente a la expresión de distancia entre las primeras mansiones de la “Per Loca Marítima”, en “stadia” y no en “milia pasum” como es común en el resto de las vías, se apunta en un trayecto de cabotaje en el más pacífico mar de las rías. Si se aceptara esta opción, que últimamente viene siendo confirmada por la arqueología y por la documentación medieval, resultaría que el eje Tui-Compostela ya estaba perfectamente definido en tiempos de Augusto.
Así pues, el trazado pormenorizado de la hipotética vía Tui-Compostela sería el siguiente: Tui-Orbenlle-Porriño-Mos-Saxamonde-Quintela-Redondela-O Viso-Arcade-Tomeza-Pontevedra-Alba-Portela-Barro-Briallos-Portas-Caldas de Reís-Carracedo-Valga-Pontecesures-Padrón-Iria-Esclavitude-Faramello-Rúa de Francos-A Rocha y Santiago. Huelga decir que las etapas, no la línea que las une, coinciden con las vías posteriores, marcando la Depresión Meridiana el margen de maniobra (Caamaño Xesto, X.M: “Las vías romanas como antecedente y soporte de los caminos de peregrinación de Portugal a Compostela”, en Camiños Portugueses de Peregrinación… Tramos Galegos)
Entre los veinte miliarios, o fragmentos de los mismos, hallados en el itinerario, y en el espacio que nos atañe, se encontró uno de Graciano en Padrón (TABVLA IMPERII ROMANI, hoja K-29, Porto, por los miembros de la Unión Académica Internacional, Madrid, 1991)
El problema es que, salvo uno, situado en Vilar de Infesta-Saxamonde, todos los miliarios de la Vïa XIX han sido movidos de la ruta. No obstante, la abundancia de los mismos, su situación original sobre la actual línea del Camino Portugués o en sus inmediaciones, señalan indubitadamente el paso de la vía. Y todo ello desde la época de la dinastía Julio Claudia (primera fase constructiva), pasando por la de Trajano y Adriano (reparación general), hasta el siglo V (destacando las reparaciones del siglo III realizadas por Caracalla y Maximino/Máximo) A todo ello hay que unir la colección de inscripciones aparecidas en aras a los dioses (bastantes a lo lares viales) y en las estelas funerarias.
Es opinión general que estas calzadas estuvieron operativas, en muchos de sus tramos, hasta comienzos de la alta edad media. Sobre ese particular son evidentes los restos, aún palpables a comienzos del s.XX, de restos de calzada en las inmediaciones del Castro Lupario y el viejo puente sobre el río Tinto, como ya observaron Manuel Vidal y López Ferreiro.
El interés del hombre medieval por los caminos nunca pasó de la modesta intención de eliminar obstáculos y vigilar la seguridad de pasos y puentes, sin preocuparse demasiado por trazar nuevos itinerarios y, menos aún, de emprender ningún tipo de mejora integral de los mismos, resultado evidente de lo parcelado que estaba el control de las vías de comunicación entre señoríos y concellos Y, desde luego, las disposiciones legales que buscaban la mejora de los caminos nunca pasaron de una declaración de buenas intenciones, así el corpus contenido en las Partidas de Alfonso X. Pero en ellas aparece la idea de las vías públicas (más tarde “caminos reales”) como valor estratégico, y entre ellas las muy importantes de peregrinación.
En estas veredas medievales, las obras eran financiadas por la imposición siempre permanente de portazgos, la ocasional de gavelas y la mucho más esporádica de repartimientos, con claras instrucciones que aparecen muchas veces recogidas en las cartas pueblas. Poco a poco, la idea de bien general que tenían estas obras las convirtieron, sobre todo en lo que se refiere a la reparación y construcción de puentes, en receptoras de donaciones y limosnas procedentes de mandas testamentarias.
Como siempre, tanto el paso de los ríos como los puentes han sido protagonistas principales de la red viaria, y no podía ser menos en el medievo.
La red de Caminos medievales, siempre de puente a puente como singular juego de la oca, de fuego en fuego o de sopa boba a sopa ilustrada. entraba en Padrón tras salvar el gran puente. Allí, en Cesures, los puertos de Padrón servían también de desembarco de peregrinos y viajeros. El testamento de Odoario Afonso (21-octubre-1161) nos hace llegar una curiosa manda para el puente: “…et ad ponte de Cesureas, totum pagamentum de pane et de denarios et sua ferramenta … ad faciendum unum arcum pro anima mea…” Aquí se situaba, vigilante y altiva sobre el puente, la fortaleza de A Rocha Branca (abatida en 1600 por haberse convertido en una cueva de ladrones) Ya en la cercada villa de Padrón, los peregrinos hacían su entrada por la Porta de Fondo da Vila para salir por la del Bordel, donde debió existir sin duda un afamado burdel.
El documento de Iria (1223) sobre permuta de terrenos, destacado por la profesora Elisa Ferreira (Los Caminos Medievales de Galicia), es ilustrativo sobre nuestro itinerario: “in circuitu sancte Marie de Yria(…) quomodo dividunt pis agri ab inferirori parti de sub aclesie per vian publican quam dictru ducit de pegrono ada Santum Jacobun, et a superiore parte de super eclesia per viam publican quan dicitur de Ponte de Cesuris ad Sanctun Patronum” Superada la iglesia de Iria se juntaban tres caminos medievales: un ramal que venía desde Cesures por Padrón e Iria en tramo recto que los documentos del Tumbo de Iria llaman “la Calzada” (al que curiosamente el padre Sarmiento le da igual nombre), otro sería el que nos detalla el anterior documento (vendría desde Cesures por el paso de barca de la Matanza y Arretén, y superando la colegiata se une a la “Calzada) y, además, el viejo camino que discurría por el interior de Padrón. A partir de la Colegiata, los tres caminos se convierten en una única y sinuosa ruta. Sobre la “Calzada”, nos habla el Tumbo de Iria: “…, camino de foro, que vai para santiago, sobre lo moyno como se ven por la congostra del finiterio…. e hadita calzada ante de portal de grao…”
El camino medieval de peregrinación continuaba por los lugares de Pousa, Quintans, Romarís, Rueiro, Cambelas, Anteportas, Tarrio y Vilar para enlazar allí con Esclavitud y Santa María de Cruces. Un apeo en Pazos, recogido también por la profesora Elisa Ferreira, menciona el camino pasando por Coyran y Cambelas, detallándolo además como “Camino de Santiago”. El itinerario proseguía por Santa María de Cruces hasta alcanzar Rúa de Francos siguiendo a media ladera por las inmediaciones de la torre de Sixto (Castro Lupario) y Faramello hasta Rúa de Francos para desde O Milladoiro alcanzar Compostela
La mayoría de los autores que se ocupan hoy en día de las vías en este periodo medieval, coinciden en criticar el tópico antimedievalista que no acepta la existencia de redes viarias de largo recorrido en aquellos tiempos (de fuego en fuego, de campanario en campanario), ya que una cosa es discutir sobre el estado material de los caminos y otra muy distinta negar la existencia de una gran red extendida por todo el territorio.
Esa red fue perviviendo, en estado más o menos calamitoso, hasta que tuvieron que ser, una vez más en la historia de Galicia, los arzobispos compostelanos, primero Raxoi y, sobre todo, Malvar y Pinto, los que intentaran poner fin a una situación sin aparente salida. Bartolomé Raxoi y Losada acometió el tramo Santiago-Pontevalga, siguiendo el proyecto del ingeniero militar Fernando Gaver sobre planos de Sabatini. Al ingeniero Bartolomé Amphoux le tocó hacer el reconocimiento del posible trazado de la carretera, correspondiéndole, además, la dudosa lotería de dilucidar si la nueva carretera debía pasar por Padrón o por Pontevea. Decidida la solución por Padrón, se diseñó el trazado definitivo. Aún así, Amphoux detalla: “… desde la capital, Santiago, hasta Ponte da Rocha todo es peña…”, continua explicando idénticas dificultades hasta Esclavitude, para detenerse hasta el detalle y precisando en Pazos “… el terreno de campiña, flojo y pantanoso, sujeto a las inundaciones y por consiguiente sería preciso elevar y conducir el camino encajonado entre murallas para el preciso para el precios paso de las aguas con la previsión de traer de lejos los materiales necesarios: por lo que será costosísimo la ejecución…” (Amphoux, “Proyecto del Camino que debe construirse desde la ciudad de Santiago por la de Padrón hasta Pontevedra”, Archivo Gral, de Simancas, Secretaría y Superintendencia de Hacienda, Leg.914)
Tras el vacío existente en los repertorios de camino hispanos de Villuga, Alonso de Meneses, Ottavio Cotogno, Guiseppe Miselli y Pedro Pontón (ya en 1705), este camino vuelve a estar presente en el itinerario de postas de 1720 de José Matías Escribano (1760), donde se indica un camino de ruedas de Santiago a Pontevedra y otro (de herradura) entre Pontevedra y Tui, con posadas intermedias en Redondela, Pontevedra, Caldas y Padrón. El mapa de postas realizado por Thomas López para Campomanes (1767) consideraba montada la posta ligera que comunicaba Santiago con Vigo. Se hace evidente pues, una continuidad, con sus vaivenes y características según la época, de un itinerario que ha pervivido a todas las vicisitudes de la historia.
SANTIAGO-PADRÓN. ITER PEREGRINORUM II: CARTOGRAFÍA HISTÓRICA Y REPERTORIOS DE CAMINOS
La cartografía reseñable respecto a este itinerario comienza con la “Descripción del Reyno de Galicia”, por Fernando Ojea (Amberes, 1598), seguida con la aparición del “Gallaecia Regnum” (1600) y la del “Reyno de Galicia y León), también del 1600 así como la del “Descriptio Gallecie et Asturiae in Hispania” (1606). En todos ellos destaca la nula aportación al trazado viario, destacando eso sí los topónimos de las poblaciones fin de etapa ya conocidas (Padrón, desde luego, entre ellas) Lo mismo se puede añadir del famoso mapa de Cantelli da Vignola (“Il Regno de Galicia, 1696), base para otros posteriores como el bastante conocido de Nicolás de Fer. Asimismo el Padre Flórez, en su “España Sagrada”imprime un mapa diocesano de Tui. Engañoso, por ser producto exclusivo de gabinete, es el “Mapa Geográphico del Reyno de Galicia” de Tomás López. Su exclusivo interés radica en la densidad toponímica. Ha de ser a comienzos del siglo XIX (1817-1834) con la “Carta Geométrica de Galicia”, de Domingo Fontán Rodríguez, con mediciones geodésicas del terreno, la que nos permite el lujo de conocer el estado de los caminos (antiguos y reales) antes de su gran transformación. Junto a este mapa son de obligada consulta, para conocer el estado de los caminos y su pervivencia histórica, las cartas provinciales de Francisco Coello de Portugal (1865 la de la provincia de A Coruña). Del arzobispado de Santiago tenemos otra cartografía debida a don Ángel Marín (1830) En todas ellas se fija la antigua red viaria del tramo entre Compostela y Padrón.
Las vías medievales permanecen prácticamente inalteradas durante el siglo XVI. De hecho, Villuga y Meneses, en sus repertorios, no suelen hacer distingos entre caminos de rueda y herradura, máxime en Galicia con un predominio total de los caminos a pie, a caballo o sobre mulas (carga). Desde ese momento muchos caminos reales, para confusión de la crítica posterior, comenzaron a ser conocidos como “franceses” o “de los franceses”. Lo elemental de estos caminos, inseguros e incómodos, era proverbial en Galicia. Incluso a partir del siglo XVII, la presión demográfica y la aparición de cultivos intensivos como el maíz consiguen estragar o hacer desaparecer tramos enteros de los caminos reales, como indicaba el propio Padre Sarmiento, señalando que los labradores cerraban los caminos para sembrar. Durante los reinados de Fernando VI y Carlos III, pensadores ilustrados y políticos gallegos como Cornide, Labrada, Somoza de Montsoriú o Pedro Antonio Sánchez ven en la mejora de los caminos el motor para el progreso y la riqueza. Y los impulsores de esa regeneración de la red viaria fueron, como ya se ha dicho, los propios arzobispos compostelanos y su magnificencia. Malvar y Pinto, que sucedió al magnífico Raxoi, pagó de su bolsillo la construcción del tramo Ponte Valga-Pontesampaio, considerado por muchos el más extraordinario camino construido en España (mientras sus detractores lo consideraron un delirante despilfarro)
Justo antes del comienzo de la vía Santiago-Valga, José Cornide, comisionado por la ciudad de Santiago, elabora un informe sobre el estado de las vías de la provincia y las actuaciones más convenientes, informe que elabora entre 1785 y 1786, un rico, precioso y minucioso informe de alto valor documental. Sobre el camino que nos incumbe, numerado como el 5º en el relatorio, expresa lo siguiente:
“… hállase fabricado de nuevo por espacio de tres leguas hasta el lugar de Yria extramuros de la villa de Padrón, y dejando un espacio de 30 varas vuelve a continuar por al barrio de San Lois, pasando el puente de Cesures como y Río de la villa como una media legua hasta el Río de la Valga..” Y prosigue Cornide: “El espacio que hai desde Santiago a Iria ya necesita un considerable reparo…” Del mismo parecer que Cornide es Lucas Labrada en su “Descripción de los caminos antiguos y modernos del Reyno de Galicia”, en el que constata el gran deterioro sufrido por el camino real de Santiago a Pontesampaio.
SANTIAGO-PADRÓN. ITER PEREGRINORUM III: LITERATURA ODEPÓRICA, CRÓNICAS Y NOTICIAS DE PEREGRINOS Y VIAJEROS
Padrón, epicentro y crisol de peregrinos. Durante siglos ha acogido todas las lenguas y todas las naciones. Miles y miles de peregrinos anónimos, como los que vio pasar el padre Martín Sarmiento en el Año Santo de 1745 “El concurso de gentes, sobre todo de portugueses, ha sido tal que no recordaban los viejos”, curtidos por el sol del atardecer bajo las gradas de los “cruceiros”, todavía con el verde de Portugal en la mirada, que hacen corro, fascinados, a peregrinos de barba merovingia que ha visitado ya la tumba del Hijo del Trueno y les hablan de Carlomagno y de la virgen de Rocamadour. Han seguido durante noches enteras el rastro albo de la Vía Láctea por todos los caminos que llevan a occidente. Aldebarán, Siro, Orión, Las Pléyades… han padecido duras marchas por montañas inhóspitas y llanuras desoladas, han evitado lobos de dos y de cuatro patas, mientras se animaban con el viejo grito: ¡ Ultreja e sus Eja!, ¡ Adelante y Arriba!, ¡Deus Adjuva-nos! Todos ellos han oído en la catedral de Santiago las extrañas palabras que el sacerdote les ha dirigido subido en el arca de los donativos: ¡ Be tom a trom Sangiana!, ¡ Atron de labro! Las interpretaciones son dispares pero, en la confusión de lenguas, es la voz de la vieja Europa, que surge balbuceante por primera vez. Todos ellos van recalando en las antiguas calles de Padrón, atraídos por las viejas leyendas apostólicas, que quieren vivir hasta el final de su Camino.
Innumerables son los testimonios escritos y las crónicas de peregrinos y viajeros por este itinerario tanto en sentido norte como descendiendo a Padrón desde Santiago. Todos pasan por la villa padronesa. Una relación, siquiera sucinta, lo demuestra: Diego Xelmírez, en su itinerario de ida y vuelta a Braga (1102, Crónica Compostelana); el cruzado inglés Osberno (1147), testimonio temprano de las rutas marítimas; Abu Abd Allah, Mohamed Al Idrisi (s XII); Isabel de Aragón, “A Rainha Santa”, (1325 más otra peregrinación, “mítica”, en 1335); itinerario inglés anónimo del siglo XIV publicado por Samuel Purchas en 1625; Nompart II, señor de Caumont (1417); Leo de Roszmithal y de Blatna y su comitiva (1466); Nicolás de Popievolo (1484, itinerario Santiago-Padrón); Hyeronimus Münzer (1494); Miguel I el Afortunado (1502), en crónica de su biógrafo Jerónimo Osorio con su cortejo real; Nicolás Clenardo (1537); Frei Claude de Bronseval (1532, “Peregrinatio Hispánica”); Bartolomeo Fontana (1539); Segismundo Cavalli (1568, “Viaggio de Espagna e Portogallo…”); Ambrosio de Morales (1572), Bartolomé Villalba y Estaña (1577), Erich Lassota de Steblovo (1582); Giovanni Battista Confalonieri y el nuncio Fabio Biondo de Montalto (1594); Jerónimo del Hoyo (1606); Pietro Cantarini (1621); Baltasar de Molcoyns (1646); Cósimo II dei Médici y su comitiva principesca (1669), Ercole Zani (1670); A. Jouvin (1672); Dionigi di Carli (1676), Johann Limberg (1676); Doménico Laffi (1687); Giovanni Lorenzo Bonafede Vanti (1717), Giacomo Antonio Naia (1717); Diego de Torres Villarroel (1736); Nicola Albani (1743 y 1745); Frei Martín Sarmiento (1745); William Darymple (1774). Respecto a los relatos tardíos (s, XIX) se debe hacer necesaria alusión a los de Laborde (1806) o George Henry Borrow (1837)
Y junto a ellos, en un gigantesco totus revolutum, miles y miles de peregrinos de todas las épocas, anónimos en su mayoría, con testimonios dolorosos muchos otros en los libros de difuntos parroquiales o en las misericordias portuguesas.
Pero hay relatos y testimonios que conviene destacar por hacer especial incidencia en la villa de Padrón. Destaca por su espectacularidad y por su repercusión histórica la peregrinación de la comitiva del noble bohemio Leo de Roszmithal.. El cortejo, con cuarenta miembros y muchas cabalgaduras, sin duda dejaría asombrados a los padroneses. Roszmithal entra en Padrón descabalgado, quiere hacer los últimos kilómetros a pie, sin barruntar todavía los problemas que les aguardan en Santiago. Los bohemios no se quieren perder absolutamente nada, ven el pedrón bajo el altar de la iglesia de Santiago, se acercan a la orilla del río para ver la gran piedra donde fue depositado el cuerpo de Santiago “que se derritió como la cera para recibir el santo cuerpo” y, naturalmente, suben al Monte San Gregorio para ver el lugar desde donde el Apóstol predicó a los paganos. Les gustó el agua que mana la fuente que hay junto a la capilla, “con una agua dulce y suave”
Aparece también, madrugador, el galeno Jerónimo Münzer. Como todos sus compañeros, Padrón le llena de asombro y piedad, se está acercando a Compostela y Münzer disfruta de todo lo que se le presenta y tiene muy claro, además, que Padrón es la antigua Iria: “El día trece, partiendo de Caldas antes de la salida del sol, llegamos a la antiquísima ciudad de Padrón, llamada en otro tiempo Iria. Donde primero entramos fue en la antiquísima iglesia de Santiago, y vimos bajo el altar mayor una columna de piedra con cierta concavidad, en donde dicen que descansó el cuerpo de Santiago. Saliendo después por las orillas del río por donde pasó la nave que trajo sin remeros desde Judea el cuerpo de Santiago con algunos discípulos y, al dejarlo sobre una peña, ésta se derritió como la cera para recibir el santísimo cuerpo, como se cuenta más extensamente en su historia; vimos también, subiendo al monte del otro lado del puente, el lugar donde predicó a los gentiles. Es un montón de enormes piedras, a manera de pirámide, y en la cumbre una piedra llana, a manera de cátedra. Visitamos también la capilla, donde mana la fuente que dicen hizo brotar el bienaventurado Santiago golpeando una piedra con su báculo.”
Después de oír misa en Compostela, fray Claude de Bronseval y su abad, D. Edme de Salieu, montan a caballo y avanzan hacia Padrón “…atravesando cuatro comarcas accidentadas e incultas con senderos dificultosos” Como siempre, en un viaje verdaderamente desdichado, tuvieron verdaderos problemas, era como una maldición, no en vano habían vivido el infierno hecho posada en Compostela, en la abominada Posada del Ángel. Para no variar, Fray Claude escribe: “nos trataron muy mal en esta villa”. A saber lo que les hicieron los buenos padroneses. El atribulado fraile y D. Edme son de los pocos que apenas se detienen en Padrón, apenas consigna en su “Peregrinatio Hispánica” que visitaron la gruta, donde, según el bueno de fray Claude, se ocultó Santiago de sus perseguidores. Rápidamente suben a sus caballos y prosiguen hacia Caldas su accidentado viaje.
Siete años después llega a Padrón (el 21 de septiembre de 1539) uno de los peregrinos que nos ha dejado una de las mejores relaciones literarias de su viaje, por supuesto, como tantos, italiano: Bartolomeo Fontana. Fontana era el perfecto viajero, observador, despierto y, además, un verdadero entusiasta de las reliquias. Llega a Compostela desde Oviedo y recorre el Camino Portugués en sentido inverso, tal y como hacen hoy en día muchos peregrinos que lo recorren hacia Fátima. Bartolomeo Fontana, lleno de inquietud viajera, no deja de pasar también por Fisterra y Muxía. El título de su relato, editado en Venecia en 1550, es de por si toda una descriptiva declaración de intenciones: “Itinerario o vero viaggio da Venetia a Roma, con tutte la cittá, terre e castela per strade piú habitate, con breve dittione delle sette chiese principali di Roma, et altre devotioni notabili; seguendo poi per ordine di Roma fino a Santo Iacobo in Galitia, Finibus Térrea, La Barca, Il Padrone et Santo Salvadore…”
Fontana llega al monasterio de Montserrat y nos deja una interesantísima noticia acerca del Camino Portugués y de cómo corría el “boca a boca” de los Caminos entre los propios peregrinos. Así, unos peregrinos que también estaban alojados en el monasterio, le informan de que existían varios caminos jacobeos por España, y que uno de ellos, entrando por Sevilla, seguía a Lisboa y continuaba por la costa por Vila de Conde y Baiona para acercarse a Santiago. Pero lo más interesante en Fontana, después de visitar Muxía y Santiaguiño do Monte, es que es de los primeros en darse cuenta del antiquísimo culto litolátrico que parece darse en ambos lugares. La piedras que propician la fertilidad (San Guillerme o el dolmen de Orcavella en Fisterra) o sirven para otorgar ayudas o mercedes (Pedra dos Cadrís, Pedra de Abalar en Muxía) llamaron poderosamente su atención.
También llegan el peripuesto Juan Bautista Confalonieri y su señor, el nuncio Don Fabio Biondo de Montalto: “… noche en Padrón… lugar de doscientas casas, con un puente bellísimo de diecisiete arcos, el río se llama Padrón, tiene la marea…” Y, fiel a su estilo de irremediable chauvinista, concluye: “… me parecía estar viendo el Tiber de Roma” Pero la auténtica conmoción entre las visitas jacobeas a Padrón, siglos después de la peregrinación principesca de Leo de Roszmithal, tuvo que ser sin duda la llegada de la lujosa comitiva del príncipe Cosme de Médicis. La comitiva, integrada por un espectacular cortejo en el que participaban nobles, pajes, cocineros, interpretes y hasta el pintor Pier Maria Baldi, tuvo por fuerza que epatar a los padroneses y al resto de peregrinos. Desde luego hay diferentes versiones del viaje, con nada menos que cinco relatores del mismo, desde la más acomodada y oficial de Lorenzo Megalotti hasta la filoespañola del marqués Filippo Corsini, pasando por las del médico Givan Battista Ciutti, la epistolar de Filippo Marchetti y la de Ciuti. Los italianos no dejaron de reflejar el impacto de causado pro la lluvia en Compostela: “La contínua e incesante lluvia que, por seis meses de invierno, cae del cielo casi sin pausa”. Los severos acompañantes del príncipe se han escandalizado, además, al parecerles de inaudita frivolidad la costumbre, entonces en boga entre los peregrinos, de abrazar al Apóstol tocándolo, en tanto, con sus respectivos sombreros. Cierto es que aparecía el Patrón de las Españas ora tocado de tirolés, luego de parmesano, más tarde de borgoñón… pero ignoraban los severos italianos que el Apóstol es campesino y bondadoso y que la sonrisa que luce en su semblante se debe a regocijada complicidad con sus peregrinos, que además se destocaban por respeto y buena crianza para un bien ganado abrazo, no encontrando mejor lugar como venerable perchero que la testa del Patrón.
No podía faltar, en esta crónica padronesa de la peregrinación, la visita del seráfico e omnipresente Doménico Laffí, que visitó varias veces Padrón en sus peregrinaciones. Pero es en el capítulo XIV de su “Viaggio in Ponente” (“Ritorno de Finisterrae) cuando después de su visita al Finisterrae, Laffi se detiene y pormenoriza en su experiencia padronesa: “Volviendo pues atrás, se puede pasar, como hicimos nosotros mismos, por Iria Flavia, ciudad distante media jornada de Compostela, la cual tiene un bello puerto de mar, sitiada al mediodía del océano y que ahora se llama Padrón. Esta es la ciudad y puerto donde se desembarcó el cuerpo del Apóstol cuando fue traído desde Jerusalén a España. En este puerto hay una curiosidad interesante, que consiste en una barca de considerable tamaño toda en mármol blanco, la cual no pueden mover cien pares de bueyes, y menos todavía un hombre que como quien dice no la mueve ni aún empujando con todas sus fuerzas y sus dos manos. Se dice que esta barca era en la que se trajo el cuerpo de Santiago de Jerusalén a Galicia y que tan pronto sus discípulos sacaron el cuerpo de la misma se convirtió en mármol, para que no pudiera ser usada por nadie más y tampoco poder ser sacada de allí. Casi siempre está cubierta por el agua y se ve tan sólo cuando el mar baja por efecto de las mareas. Esto es lo que nos han contado algunos españoles, que nos llevaron por la ciudad para ver las cosas más importantes de esta villa”
El bueno de Laffi indudablemente no vio nada pero, como es su bendita costumbre, no deja de reflejar su curiosidad y su interpretación de todo cuanto le cuentan.
Mientras pasa, distante, lujosa y desafiante, la cabalgata del Médicis, tal vez una sombra humilde haya quedado prendida, por los siglos, de las viejas piedras de Padrón. Es la de Nícola Albani, paradigma del peregrino de a pie, sostenido por sus únicos medios y amparado en una fe y una determinación incombustible. Albani llega a Padrón el 12 de diciembre de 1743 y, siempre pendiente de su teoría de la supervivencia, no deja de reflejar: “… fui a pasar la noche al santo hospital, donde estuve alojado muy cómodamente, mejor que en otros sitios por donde había pasado, si bien no había nada para cenar, pero yo había recogido algunas limosnas por ser pueblos más ricos que los otros por los que había pasado…”
SANTIAGO-PADRÓN. ITER PEREGRINORUM IV: HOSPITALIDAD Y ACOGIDA AL PEREGRINO
Padrón, epicentro del Camino Portugués y de la tradición jacobea, no podía carecer de hospital. Los prelados tuvieron esto muy en cuenta, principalmente cuando a finales del medievo la popularidad del núcleo está continuamente en alza. Ello impulsó a don Rodrigo de Luna, cuando residía en el castillo de Rocha Branca, el 22 de abril de 1456, hacer la donación de un terreno de su propiedad para que fuera levantado un hospital “… por quanto los fieles cristianos que… que visitan cada día la iglesia de Santiago, continuando su romería hasta la villa de Padrón e por defecto de buena hospitalidad que non ha en dicha nuestra villa, son fatigados e non reciben consolación alguna”.
La noticia es preciosa ya que Rodrigo de Luna habla de un lugar de acogida específica para peregrinos. Así, el 13 de octubre de 1458 estaba como capellán de la casa, ya operativo, frei Xoán de Vigo, franciscano de Herbón. Él debió ser el encargado de dirigir la obra, pues un documento afirma que “hizo e edificó la casa nuevamente de paredes y techo con sus lechos y sobrados y las otras casas a ella pertenecientes y con un altar en que se celebraba Misa a los peregrinos”.
Más adelante, parece que el hospital fue reparado, o tal vez construido de nueva planta, por la iniciativa piadosa de un tal Francisco Suárez de Villena (1549) Sostenido por las limosnas de los fieles, consiguió de Paulo III una bula que concedía diversas gracias a los que hicieran donaciones.
En la relación de la visita cursada por Jerónimo del Hoyo se puede leer:
“Junto a esta iglesia hay un hospital para peregrinos y otros pobres, está muy bien proveído de ropa y se agasaja en él con mucha caridad a los menesterosos”.
Extraña la no existencia de hospital alguno antes del siglo XV, época bastante tardía si tenemos en cuenta la particularidad de que Padrón fue ya, desde el comienzo de las peregrinaciones masivas a Compostela, punto de recepción de romeros, pasando a convertirse también muy pronto, en meta de un desvío frecuente para los llegados a Santiago por otros Caminos que no fueran el Portugués. En el año 1801 aún continuaba prestando servicio. Lo confirma una queja al concello realizada por el Procurador Sindico General D. Joaquín Fozinos de Vendaña, que viene a demostrar la especificidad del hospital para acogida exclusiva de peregrinos jacobeos: “...en cumplimiento de mi obligación no puedo ni debo mirar con indiferencia el abuso con que se conduce el sugeto a cuio cargo está el Hospital de esta Villa pues quando su verdadera función es para albergar por una noche a los justificados peregrinos que transeuntes pasan de romería al Apóstol Santiago, se experimenta lo berefica Yndeferentemente dando posada a quanto vagabundo y amancebado se le presenta acaso por la utilidad que reporta.” Hoy en día un moderno albergue acoge a los peregrinos junto al convento de El Carmen.
Sorprendentes y derivadas de recientes investigaciones (concretamente de la historiadora e investigadora italiana Carmen Pugliese) son las noticias recientemente recogidas sobre la hospitalidad histórica en el Convento Franciscano de Herbón. Así, en el diario del peregrino italiano Giácomo Antonio Naia (1717-18) se nos trasladan noticias preciosas donde se refleja la tradicional hospitalidad que dispensaban los frailes a los peregrinos jacobeos: … «Mezza lega dopo partito da Traflavia si trova un bon Convento di Padri di S. Francesco numero 3, detto Nerbon: in Reffettorio steti assai bene a pranzo, e con buon vino rosso gagliardo, qui poi attorno le scancie del reffettorio vi sono abbondanza di aranci bruschi, e dolci in libertá da Religiosi a pigliarsene a suo piacere, e questo ancora l’ho veduto in altri Conventi particolarmente nel Regno di Galizia, e Finisterre, ma quà abbondano. Dopo poco per venire a questo loco si trovano spesso villaggietti, mà miseri…»
SANTIAGO-PADRÓN ITER PEREGRINORUM V: ICONOGRAFÍA,ARTE, MONUMENTOS JACOBEOS
No podemos realizar aquí más que una somera relación de la riquísimo corpus artístico de este itinerario en relación con el mundo y la tradición jacobea, por fortuna sobradamente conocido. Muy sucintamente, un primer acercamiento nos lleva a las basílicas irienses. La primera basílica de la que tenemos noticia es de origen suevo y sería construida entre la segunda mitad del siglo V y la primera de la centuria siguiente. Fue destruido por Almanzor en el año 997. En las inmediaciones se han encontrado una serie de sarcófagos datados entre el siglo VI y el X, que pertenecían a una necrópolis cristiana. Permanecen a la intemperie, junto al muro sur de la actual iglesia. Aquel templo sería sustituida por otra de estilo románico, edificado entorno a los siglo IX o X. Sobre sus restos se levantó otra iglesia gótica en el siglo XIII. Entre 1708 y 1714 se vuelve a levantar una basílica nueva que ha llegado a nuestros días. Encima de la puerta principal hay un bajo relieve donde se observa al la Virgen con el niño y al apóstol Santiago arrodillado. Frente a la fachada se sitúan las casas de los canónigos, construidas en sólida cantería del siglo XVIII.
Pero, en la actualidad, la vinculación de Padrón al mundo jacobeo pasa por la iglesia de Santiago, receptora del gran símbolo de este itinerario, el Pedrón del que la tradición cuenta que amarraron la barca apostólica los discípulos de Santiago en el viaje desde Jaffa con los restos del mártir apostólico, Pedrón que se conserva hoy en día bajo el altar mayor, venerado en toda época, y cuya inscripción, por criterio mayoritario, es leída como una ofrenda a Neptuno por parte de una tribu local. El primer templo del que se tiene constancia fue construido por el obispo Gudesindo en una fecha anterior al año 924. Atendiendo a su localización y orientación, con el frontis occidental mirando hacia el río Sar, se puede deducir que el acceso al primitivo templo de Santiago de Padrón se hacia por el lado sur, el que mira al paseo del Espolón. Esto parecer ser que era una solución habitual, utilizada en los templos del siglo X, para evitar las perspectivas amplias.
En el siglo XII, Iría Flavia había perdido mucha relevancia a causa del traslado de la sede episcopal a Compostela en 1095. Por el contrario, Padrón comenzaba a tener entidad. Se había convertido en el puerto de Compostela. Este privilegio durará hasta el siglo XIV, centuria en la que tomarán el relevo los peiraos de la villa de Noia. Como informa la “Historia Compostelana”el templo padronés tenía una especial significación dentro de la tradición jacobea. En 1100 la llegada de Diego Xelmírez (1049-1139) al obispado compostelano hace que el viejo edificio prerrománico se beneficie del programa edilicio puesto en práctica por el prelado.
La obra anteriormente citada describe la iglesia padronesa como muy pobre y pequeña situada en las orillas del río Sar, donde el glorioso cuerpo del apóstol había sido depositado al salir de la nave. Tambiénhace mención a la tipología del nuevo templo levantado hacia 1133…la planta de la iglesia fuese distribuida en tres ábsides. Pues con efecto de santa devoción ordenó que allí fueran construidos y honrosamente consagrados tres altares el del medio en honor del gloriosísimo Santiago Apóstol. El historiador Francisco Singul concluye que la planta de esta nueva construcción estaría formada por tres ábsides y tres naves, asumiendo la del edificio preexistente, de tiempos de Rudesindo. Al lado se levantó un palacio episcopal, donde el prelado se retiraba a pasar temporadas.
Sus dimensiones demuestran la categoría que se le concedió. Solo basta comprobar que la mayoría de las iglesias parroquiales y monásticas de Santiago y alrededores, promovidas por Xelmírez y algunos miembros del alto clero compostelano de su tiempo, eran de nave única. A partir del año Santo de 1456 se acometieron en la iglesia de Padrón decisivas reformas siguiendo las instrucciones del obispo Rodrigo de Luna (1449-1460). Además se añaden al conjunto dos torres y un nuevo hospital de peregrinos. Las intervenciones más destacadas afectaron al cuerpo de la iglesia que fue rehecho en su totalidad. Se construyeron de nuevo los dos ábsides laterales, no así la capilla central, conservándose la románica. El epígrafe fundacional de la iglesia de Xelmírez aparecía encastrado en el interior del muro sur, como ocurre en la iglesia actual.
En el año 1858 el templo presentaba un penoso estado. Llevaba cuatro años cerrado. Inmediatamente después de la demolición de los restos de la edificación gótica, comenzó a edificarse la nueva Iglesia de Santiago en 1859. Bajo la dirección del arquitecto compostelano Manuel Prado y Vallo, las obras fueron ejecutadas por el maestro local, José Piqué. Contó con un presupuesto de 345.012 reales, la mayor parte sufragado por el gobierno de Isabel II. Los trabajos finalizaron en 1867. Su estilo responde a los enunciados neoclásicos. Se levantó del suelo para evitar las frecuentes inundaciones producidas por el desbordamiento del río Sar. Conserva un artístico púlpito tardogótico que fue recuperado hacia 1920. Está decorado con el escudo de los Fonseca y una imagen de Santiago peregrino El templo cambio ahora de orientación. La cabecera en el nuevo edificio esta junto al río, mirando al oeste, mientras que la fachada principal se orienta al este.
La actual ermita de Santiaguiño do Monte es una pequeña y sencilla edificación de piedra de 40 metros cuadrados. Tiene un origen incierto como reconoce el maestro Domingo Erosa y Fontán a finales del siglo XIX: Nada sabemos acerca de la fundación de esta capilla cuya época y otras particulares se pierden en la oscuridad del tiempo. Fue prácticamente reconstruida en el siglo XIX y reformada en los años sesenta del pasado siglo. Responde a postulados de la arquitectura historicista. Las referencias a su existencia se remontan al siglo XV.
En el exterior del templo se conserva un escudo del arzobispo Rodrigo de Luna (1449-1460) y un altorrelieve que representa el bautismo de la reina Lupa por parte del apóstol Santiago. En el interior se aprecia una imagen sedente de Santiago que tiene los dedos de las manos desgastados, debido al continuo roce de los peregrinos a lo largo de los siglos. Hoy en día esta costumbre se limita al día del Santiaguiño, el 25 de julio. Para finalizar esta sucinta relación, resaltar la enorme potencia simbólica e iconográfica de la Fuente del Carmen (1789) con su potente representación de la Traslatio.
SANTIAGO- PADRÓN. ITER PEREGRINORUM VI: TRADICIONES JACOBEAS, LEYENDAS, ROMANCES, CONSEJAS, DEVOCIONES ADVOCACIONES VINCULADAS CON EL APÓSTOL Y LA PEREGRINACIÓN
Si algo da realce inigualable a este itinerario histórico es precisamente el inmenso corpus de patrimonio inmaterial que atesora en relación con la tradición jacobea. Se puede decir, sin temor a errar, que la tradición jacobea “nace” aquí, se expande desde aquí, se conserva amorosamente aquí. Con un protagonismo innegable en la Predicación apostólica (Santiaguiño do Monte), en la Inventio o descubrimiento del sepulcro de Compostela y protagonismo total en la Traslatio, o traslación del cuerpo del Apóstol Santiago, algo siempre vivo en el corazón del peregrino en cuanto traspasa las viejas losas de Iria o cruza el antiguo Pons Caesaris.
Padrón es el eje sobre el que gira toda la “Translatio” o traslación de los restos del apóstol por sus discípulos, desde la lejana Palestina hasta Galicia. La leyenda, bellísima, asoma desde la noche de los primeros siglos. A estos remotos Finis Térraes arriba el cuerpo del Apóstol Santiago después de ser martirizado en la lejana Palestina. La barca pétrea con sus restos, acompañados por los discípulos Anastasio y Teodoro, sale del puerto de Jaffa y surca el mar rumbo a occidente guiada por una estrella. Llegados a la costa portuguesa se produce el milagro recogido en un manuscrito que se conserva en el monasterio portugués de Alcobaça: En tierras de la Amaia, entre el Douro y el Miño, un caballero se precipita con su caballo al mar, en el momento que ante sus ojos pasa la barca apostólica. Caballo y caballero emergen totalmente cubiertos de vieiras o veneras (la leyenda también se recoge en Bouzas-Vigo, con otro caballero también cubierto de veneras) La piadosa leyenda motivó que los peregrinos acogieran la vieira como símbolo de la peregrinación, y también como demostración de su viaje.
La barca emboca, al fin, el Ulla, remonta el Sar y, después de amarrar los discípulos la nave pétrea a una piedra o pedrón, depositan el santo cuerpo en una losa que adopta la forma del cuerpo del Apóstol. Al parecer, la piedra fue arrojada al río para evitar que los peregrinos la hicieran desaparecer al llevarse fragmentos como relicario. El licenciado Molina declara haberla visto, todavía en el siglo XVI. Pero quien nos da noticia puntual es el erudito (y aficionado a la rapiña) Ambrosio de Morales, comisionado por Felipe II en el año 1572 para hacer un inventario de antigüedades. Ambrosio de Morales viaja de Asturias a Galicia y se detiene en Padrón. A su ojo avizorado no escapó el detalle de la cama santa, así como ninguno de los lugares donde la tradición sitúa los azares apostólicos: “En el lugar o puertecico donde llegó y aportó el Santo Cuerpo, está una peña sobre que le pusieron y dicen se abrió milagrosamente tomando forma de sepultura. Esta yo no la vi porque el agua del río se había cubierto, y la arena tambien la cubre de cualquier avenida, y aunque tienen cuidado de descubrirla, entonces estaba muy cubierta. Lo que vi es hecho allí un muelle harto agraciado, aunque pequeño, con sus gradas hacia el agua, dicen que para que se pueda abajar a ver aquella concavidad de la peña, y su humilladero hay alli, y se visita todo aquello por lo peregrinos con gran devoción.”
Sin embargo, la visita girada en 1606 por el canónigo cardenal Jerónimo del Hoyo, apunta ya una timorata y apocada crítica ante lo que se le presenta: “”El río arriba, cerca de los muros, está el lugar adonde llegó la barca con el cuerpo del glorioso Apóstol y en el mismo en medio del río está la piedra en donde lo pusieron al desembarcar, que lo hizo en ese mismo lugar, como un sepulcro. Echáronla allí porque no se gastase y peresçiese su memoria, que la llebaban a pedaços los romeros. Esta echa una media de ponteçuela en el río hasta donde está. Vese algo della y lo más está cubierto de arena. Desta piedra nasció el decir que la barca fue de lo mismo, pero lo cierto es fue de madera y se gastó con el tiempo pues pasó mucho antes de que se hubiese noticia entre cristianos.
Después, la leyenda hace presentarse a los discípulos ante la malvada reina Lupa (o Loba), señora del lugar, en busca de ayuda para enterrar al Apóstol. La pagana reina los envía con malicia al régulo de Dugium (Duio, en el Finis Térrea), de nombre Fileto o Filetro. Éste los hace prisioneros, pero unos ángeles los liberan. Otra vez ante Lupa, ésta les otorga, de nuevo, su “ayuda”: “Dirigiros al monte Illicino (el mítico y cercano Pico Sacro), tomad mis bueyes, que allí pacen, y uncidlos a vuestro carro” Pero lo primero que se encuentran los atribulados discípulos en el Illicino es un dragón humeante y feroz, que no obstante es abatido ante la señal de la cruz. Después los bueyes resultan ser toros salvajes, pero otra vez la señal de la cruz hace oportuno efecto y los toros se convierten en mansos bueyes que, uncidos al carro apostólico, se dirigen a la Amaia gallega. Allí se detienen en el llamado campo de Libredón o del Liber Donum. Dan tierra a los discípulos del Apóstol y allí queda depositado en el interior de un Arcis Marmóricis o Arca Marmórica. Enterada Lupa, se convierte con todo su pueblo.
Hasta aquí la leyenda. Es conocida como Translatio y la versión oficial y definitiva está recogida en el libro III, capítulo I, del celebérrimo Códice Calixtino (Liber Sancti Jacobi) y también en la Historia Compostelana. La Leyenda Dorada o Leyenda Aúrea de Jacobo de la Voránine o Giácomo de Varazze, como también es conocido, obispo de Génova en el siglo XIII, no viene ya a añadir elementos nuevos.
Muy vinculado a la Translatio es el propio “Pedrón” situado bajo el altar mayor de la iglesia de Santiago, un ara dedicada a Neptuno. La lectura de la inscripción grabada en la piedra a dado lugar a todo tipo de interpretaciones, alguna de ellas particularmente estrafalaria. Así, Mauro Castellá Ferrer quiere, piadosamente, leer: “Iesus nostris oris esses disposuit santissimae patronae”, es decir: “Quiso Jesús que estuvieras en España, santísimo Patrón”. El propio Sarmiento ya criticó esta curiosa interpretación. López Ferreiro la cree dedicada por los Catorienses y Bouza Brey por los Caporos. En la actualidad la inscripción es leíada como: “Neptuno foro iriensis de suo posuerunt”
Pero corre el año 813. Es obispo de Iria Teodomiro cuando un ermitaño llamado Pelayo o Pelagio, que oraba en las proximidades del castro de San Fiz de Salovio, percibe unas extrañas luces y cantos angelicales. Una estrella se posa en un punto del bosque. Naturalmente, el bueno de Pelayo sale arrebatado, corre a Iria, busca a Teodomiro, balbucea el prodigio y hacia el antiguo Libredón sale de inmediato lucido cortejo con el obispo Teodomiro al frente. Descubren el sepulcro marmóreo y la buena nueva pronto se extiende por la cristiandad: en los confines de la tierra, cerca del Mar Tenebroso, en un lugar que ya comienza a llamarse Campues Stellae, yace un Apóstol de Cristo, Santiago Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé. Se ha realizado la “inventio” o descubrimiento del santo cuerpo. La primera noticia escrita que nos llega del hallazgo la refleja la Concordia de Antealtares (1077)
Pero Padrón no solamente ocupa un lugar primordial en la Translatio, o en la Inventio a través del obispo Teodomiro. Padrón, y concretamente el Monte San Gregorio o Santiaguiño do Monte, es señalado como uno de los puntos en que la leyenda sitúa la Predicación del Apóstol en la península. Naturalmente, también llamó la atención de Ambrosio de Morales: “Este lugar visitan los peregrinos como muy principal de sus romerías, subiendo de rodillas las gradas que están cavadas en la peña, y rezando en cada una y pasando tendidos por aquellos dos agujeros, y por otro que está un poco más abajo. Y estos son los agujeros de que comúnmente el vulgo con una simplicidad devota dice que se han de pasar en vida o en muerte. También dicen un refrán en aquella tierra: Quien va a Santiago, é non va al Padrón, o faz Romería o non. Muestran también otra peña donde dicen dormía el Apóstol, y asi otros particulares, que los peregrinos en aquel cerro visitan, por haberlos frecuentado el Santo. Y cierto considerado el sitio y la hermosa vista que de alli hay a la ciudad, que está abajo y en lo llano, y a toda la ancha hoya llena de grandes arboledas y frescuras de más de dos leguas en largo, cuyo lugar es aparejado para mucha contemplación.”
Otra vez es Jerónimo del Hoyo el que apunta una actitud crítica, esta vez ya abierta aunque no exenta de ingenuidad, ante la costumbre establecida de que por los agujeros de las rocas donde la tradición hace predicar al Apóstol no podían pasar los que no estuvieran libres de pecado: “pero esto paresce más que falso porque demás que por experiencia se ve lo contrario, cada día abría modo como pudiéramos saber con cetidume, que estamos en gracia y esto no puede ser sino por particular revelación de Dios.
Ciertamente las noticias de la predicación apostólica son difusas y controvertidas. El “Llevaréis mi palabra hasta los confines de la tierra” no tiene apenas confirmación en lo que se refiere al Apóstol Santiago y su predicación en Hispania. La primeras noticias son recogidas en el Breviarium Apostolorum (Finales del siglo VI). En el año 700, el obispo de Sherbon, Adelmo, escribió:
/… convirtió con sus enseñanzas a los paganos de la Hispania
/convirtió con divinas palabras al gentío bárbaro
/ que antes de él practicaban ritos en apestosos santuarios
/celebraban, ofuscados por los artes del maligno.
Beda el Venerable (673-735) ratifica las noticias del Breviarium Apostolorum. Y ya el canto O Dei Verbum Patris (finales del siglo VIII), himno dedicado a Mauregato por el Beato de Liébana, trae la primera noticia del patronazgo de Santiago. La Tradición hace subir al Apóstol desde Portugal, predicar sin gran éxito en Iria Flavia sobre las piedras de Santiaguiño do Monte, llorar su fracaso ante la Virxen de Muxía (donde ésta llega en una barca pétrea) y volver por el valle del Ebro hacia el martirio en Palestina, no sin antes volver a aparecersele la virgen María en el Pilar de Zaragoza.
Un lugar de indudable vinculación a la tradición y a la leyenda jacobea, particularmente a la Translatio, es el Castro Lupario, prácticamente a tiro de ballesta de Rúa de Francos, llamado también Castro de Francos o de Sixto (por la torre que allí se situaba), ubicado en una privilegiada situación dominante sobre el itinerario que une Compostela con Padrón. Si se consiguen traspasar las magníficas murallas ciclópeas que lo circundan por seiscientos metros, el viajero o peregrino no podrá dejar de admirar el paisaje amable de la no menos mítica comarca de la Amaia. El paisaje y el lugar son francamente evocadores. Allí la leyenda sitúa la morada de la Reina Lupa. Y hasta allí, según la misma leyenda, se acercaron los atribulados discípulos del Apóstol en busca de la ayuda de la malvada reina para dar tierra al cuerpo al Hijo del Trueno.
Hay ya un testimonio temprano sobre el lugar por parte de Juan de Azcona, quien en 1532 anotó en un margen de la copia del Calixtino que se conserva en la Biblioteca Nacional: “… entre el Camino de Padrón y Santiago esta un torre que llaman de Sixto, cabe Sancto Antonino, junto con un lugar que llaman Franco, donde se dice que moraba la reyna Luparia”. Mauro Castellá Ferrer también lo refleja en su “Historia del Apóstol Santiago, Patrón de las Españas” (1610): “Residía Lupa en un castillo y fortaleza suya, rodeado de gruesa muralla, que aún tiene dice pies de ancho en algunas partes…” Hasta ahí Don Mauro se contiene. Pero luego da rienda suelta a la misma imaginación que mostró en su interpretación del texto grabado en el Pedrón: “… dentro de la cual hay tanta capacidad que cabe un escuadrón de cuatro mil hombres y más…”, para volver pronto a la realidad y la exactitud: “… aún hay hoy día grandes pedazos de ella: en parte tiene el alto de una pica”
El castro, situado entre los concellos de Roís, Teo y Brión, en una situación dominante que permite verlo ya desde las proximidades de O Faramello, fue un poblado de la tribu de los Amaios y probablemente habitado hasta el medievo temprano. Las excavaciones (muy pobres) realizadas en el recinto intramuros dieron como fruto alguna cerámica y un tesorillo con monedas romanas datadas hasta el 331 d.C. Tanto el canónigo López Ferreiro como Manuel Vidal se interesaron vivamente por el castro, intentando vincularlo a la leyenda matriz de la Translatio. A los pies de las soberbias defensas se encuentran restos de la calzada romana, por lo que la posición dominadora del castro cobra todo su sentido en la ruta que va y viene del Libredón. Pero en interior del recinto amurallado han desaparecido toda suerte de vestigios, incluida la más moderna torre de Sixto.
Desde luego, la relevancia literaria, legendaria y emocional supera toda posible importancia arqueológica. El lugar es, desde luego, de abrumadora belleza y pide a gritos al menos un adecentamiento mínimo y una adecuación de los accesos. Su situación a pie de Camino, su indudable interés patrimonial, cultural y natural harían de su puesta en valor una pieza clave en el actual itinerario entre Compostela y Padrón.
